Según las últimas encuestas europeas, el dolor músculo-esquelético crónico afecta a una gran parte de la población.
El dolor de espalda afecta al 30-40% de la población adulta, así como el dolor de cuello y hombro y el dolor de rodilla.
Se han estudiado varias causas, posibles interacciones e hipótesis para las condiciones inflamatorias crónicas relacionadas con el envejecimiento. Hay hipótesis moleculares de inflamación basadas en una función inmune y mecanismos oxidativos-reductores alterados.
Ambos provocan un incremento de la inflamación sistémica debido al estrés oxidativo y al deterioro de las defensas antioxidantes. Asociado con una mayor síntesis de especies reactivas de oxígeno (ROS).
¿Qué son las especies reactivas de oxígeno?
Las ROS provocan la activación inmunitaria. Provocan un aumento del estrés oxidativo durante el envejecimiento al modificar la oxidación y reducción, que a su vez aumenta la sintetización de citocinas proinflamatorias.
El sedentarismo (entre otros factores de riesgo asociados a la edad) provocan que la defensa antioxidante sea menos eficaz y aumenta los signos de inflamación y oxidación. El ejercicio puede paliar estos síntomas y disminuir la inflamación crónica (generalmente leve) conocida como inflamm-aging. Está asociado a patologías cognitivas asociadas a la edad y a los cambios en el metabolismo asociados a esta, como por ejemplo la diabetes.
Es importante comprender como la actividad aeróbica provoca cambios positivos en el metabolismo, ayudando a los problemas oxidativo-inflamatorios con el paso de los años. El ejercicio es un tratamiento no farmacológico que puede aliviar los síntomas del envejecimiento. Mantener un estilo de vida activo aumenta la síntesis de antiinflamatorios circulantes y mejora la defensa antioxidante.
El gasto de energía hace disminuir el tejido adiposo de los órganos, esto ayuda a disminuir la inflamación crónica. Regula la respuesta que tiene nuestro cuerpo hacia la inflamación, disminuyendo macrófagos y monocitos proinflamatorios.
El ejercicio aeróbico (el aeróbico, no el de fuerza, ni el de flexibilidad) mejora la salud cardiovascular. Hacer un ejercicio moderado disminuye el desgaste de las mitocondrias que sucede con el paso de los años. Mejora la función de oxirreducción (de lo que se encargan principalmente las mitocondrias) en el hipocampo: disminuye el estrés oxidativo, incrementando y regulando la expresión de enzimas antioxidantes.